Pregunta: ¿Cuáles pensamientos se consideran prohibidos y está prohibido pensar de esa manera de la esposa de uno?
Respuesta: En dos tipos de pensamientos pecaminosos, la prohibición radica en no fijar el pensamiento en cuestiones que puedan despertar el instinto del mal. En cambio, el caso de un pensamiento pecaminoso que pasa por la mente de la persona de modo involuntario y se va tal como vino, no está comprendido en la generalidad de la prohibición ya que la Torá no fue entregada a ángeles (Meiri al Tratado de Julín pag. 37B, Ezer Mekodesh 23:3). Incluso, casi nadie se salva de un pensamiento que se prolonga un poco más e implica ya una pizca de prohibición pues debería haber sido retirado de la consciencia, pero nadie queda exento del mismo, ni siquiera las personas más justas. Tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babli Tratado de Baba Batra pag.164B): “De tres pecados la persona no se salva cotidianamente: de pensamientos pecaminosos, de distracciones durante la plegaria y de faltas en lashón hará o habladurías”.
En la medida en que el hombre se une a su mujer con un amor más intenso y cuida las leyes del recato, tiene mayores posibilidades de salvarse de los pensamientos pecaminosos. En principio, a los efectos de evitarlos la persona debería casarse a la edad de trece años, pero considerando que el matrimonio requiere de un gran sentido de responsabilidad, es necesario prepararse mediante el estudio de Torá y la adquisición de una profesión u oficio, nuestros sabios estipularon que el enlace se posponga hasta la edad de dieciocho años (Mishná Avot 5:21). Por otra parte, nos advirtieron no postergar demasiado el casamiento pues de hacerlo así “padecerá todos sus días de pensamientos pecaminosos”; y dado que ya se acostumbró a estos, aun casado le costará desprenderse de ellos. Si bien la razón fundamental por la que hay que casarse hasta la edad de veinte años radica en el cumplimiento del precepto de reproducirse (Talmud Babli Tratado de Kidushín pag. 29B), hoy día que la vida se ha tornado más compleja y los desafíos abundan, es muy difícil hacerlo antes de la edad de dieciocho. La mayoría de los jóvenes se ven en la necesidad de posponer su casamiento después de los veinte años, pero de todas maneras no se debe posponer más allá de la edad de veinticuatro.
De mientras, hasta el momento del casamiento, los jóvenes deben esmerarse en conducirse con gran recato en su relacionamiento con las mujeres y evitar los pensamientos pecaminosos. En la medida en que estos se incrementen, su estudio de Torá podrá tener mayor éxito en esta misión. Nuestros sabios dijeron que el estudio de la Torá es el mejor antídoto para este instinto. “Se enseñó en la Yeshivá de Rabí Ishmael: hijo mío, si te interceptó ese malvado, arrástralo a la casa de estudios, si es de piedra se disolverá y si es de hierro habrá de explotar” (Talmud Babli Tratado de Kidushín pag. 30B). En resumen, la halajá dice así: “está prohibido provocarse una erección o inducir un pensamiento pecaminoso, en caso de sobrevenir un mal pensamiento deberá apartar su mente de cosas vanas y dirigirla a cuestiones de Torá, que es comparada a una hermosa cierva (ayelet ahavim) y graciosa gacela (Rambám Hiljot Isurei Biá 21:19, traído por el Shulján Aruj Yoré Deá 23:3).
Un hombre casado cuya mujer se encuentra en estado de aptitud ritual y tiene la intención de unirse a ella por la noche tiene permitido pensar durante el día qué cosas podrá hacer para despertar en ella la pasión, pues no se teme que esto provoque polución nocturna. Sin embargo, cuando la mujer se encuentra ritualmente impura o si se encuentra distante de él, está prohibido pensar en cosas que puedan provocar el deseo hacia ella por temor a que posteriormente sobrevenga una polución nocturna. Se debe tener cuidado también en los días en que la mujer está ritualmente apta, evitando ver o leer elementos que puedan causar pensamientos pecaminosos, esto es, que lleven al hombre a desear cometer alguna trasgresión o pensar en cosas que puedan afectar el amor por su esposa.
A los efectos de que un hombre no llegue a cometer una trasgresión o a tener pensamientos pecaminosos, los sabios establecieron restricciones para los períodos en los cuales su esposa se encuentra ritualmente impura, por ejemplo, que no juegue o se ría con ella, que no huela el perfume de su ropa o el que lleva impregnado en el cuerpo, que no mire las partes de su cuerpo que suelen estar cubiertas, que no se pasen entre sí objetos, que no se sienten a la mesa solos sin alguna marca de separación que les recuerde que el día no es apto para la unión, que no coman de la misma fuente, que el marido no beba el resto del vaso de la mujer ni coma de los sobrantes de su plato. El hombre no podrá sentarse o recostarse en la cama de su mujer a menos que ella se ausente de la ciudad. Asimismo, la mujer no tenderá la cama del marido delante de este (Shulján Aruj Ioré Deá 195).
A los efectos de que un hombre no incurra en pensamientos pecaminosos tendrá prohibido ocuparse de una actividad que incite su deseo, le provoque una erección o lo lleve a pensar en una mujer ajena por un largo lapso.