Pregunta:
¿Qué pasa si estoy en duda de si me equivoqué en la petición por la lluvia 30 días después de que se empezó a pedrir y estoy seguro de que me equivoqué alguna vez en esos 30 días? ¿Tengo Jazaká? Y si no tengo, ¿puedo salir de jobá con el Sheliaj tzibur?
Respuesta:
Si alguien ya rezó durante 30 días pidiendo lluvia y nunca se equivocó, y ahora, luego de pasado ese tiempo, un día duda de si se equivocó en el rezo y no pidió lluvia, puede dar por sentado que no se equivocó porque tiene la jazaká de los 30 días que lleva rezando correctamente. Pero si tiene la certeza de que se equivocó alguna vez en esos 30 días, y después de que pasa este periodo le surge la duda de si un día pidió la lluvia en el rezo, no puede dar por sentado que sí la pidió, pues en este caso no tiene la jazaká de haber rezado correctamente durante 30 días.
Si en los 30 días a una persona le surgió la duda de si hizo de manera adecuada uno de sus rezos, y ahora, después de los 30 días, le surge de nuevo la duda respecto a otro rezo, debe repetir la amidá, pero debe poner como condición antes, que si no está obligado a repetirla, que se considere una amidá de devoción.
La regla que dice que después de rezar correctamente durante 30 días se forma una jazaká y se puede dar por sentado que la persona no se equivoca, sólo aplica si reza 30 días seguidos pidiendo la lluvia correctamente (véase Yoré Deá 1:47; Ben Ish Jai, Beshalaj 15). No obstante, si alguien se equivoca después de haber establecido la Jazaká, ésta se mantiene.
¿Cuándo se debe repetir la amidá para salir de dudas? Sólo cuando surge la duda en medio de la amidá o poco tiempo después de terminarla, pero si alguien se encuentra en “Alenu leshabéaj” o algo así, no tiene que repetir la amidá (véase Mishná Berurá, inciso 38; Kaf Hajaím, inciso 48).
Si alguien duda de si dijo “barejenu” o “barej alenu” y se encuentra en los 30 días, debe repetir la amidá. Pero si alguien dijo ya 90 veces seguidas “rofé jolé amó Israel, barej alenu”, y después de esto le surge la duda en la amidá de si lo dijo correctamente, no tiene que repetir la amidá para salir de la duda. Lo mismo se aplica con respecto a la bendición de “barejenu”, la cual se comienza a decir al final del primer Yom Tov de Pesaj, y ocurre lo mismo con “mashiv harúaj” (sólo que en este caso se debe tener cuidado de no mencionar el nombre de Hashem en vano y, por lo tanto, no debe volver a comenzar desde “Atá guibor leolam Hashem” sino desde “mejayé hametim… Atá” (véase Shulján Aruj 114:9; Mishná Berurá inciso 39-40; Kaf Hajaím, incisos 54,55,60).
Si la persona que dirige el rezo no omite ninguna palabra de la repetición de la amidá y alguien escucha las 19 bendiciones completas de su boca, y tiene la intención de cumplir con su obligación escuchándolas, puede hacerlo (véase Shalmé Tzivur, pág. 118, y Rabí Akiva Eiguer, en sus comentarios al capítulo 114 con respecto a la repetición de la bendición de “meen sheva” de la noche de Shabat), y debe responder a la kedushá y responder amén a todas las bendiciones, pero no debe decir Baruj Hú ubaruj shemó, ni debe responder amén a las bendiciones de los cohanim. Esta persona no puede combinar su rezo con el del dirigente, es decir, si se acuerda después de “retzé” que se equivocó, por ejemplo, no puede esperar en ese punto hasta que el dirigente del rezo lo diga y tener la intención de cumplir mediante su bendición, sino que debe repetir desde “barej alenu” y continuar con su amidá, de forma individual (véase Shalmé Tzibur 118; Biur halajá 124, divur hamatjil “iejaven”).
Si el que dirige el rezo se equivocó en su amidá silenciosa y no pidió la lluvia, puede apoyarse en su repetición y no hace falta que rece otra amidá en silencio (véase Shulján Aruj 124:2). |