Pregunta: ¿
Si voy a viajar a Jerusalem debo rasgarme las ropas cuando voy a la ciudad vieja? ¿Es en el kotel específicamente?
Respuesta: Desde que se destruyó el Bet Hamikdash, decretaron nuestros Sabios que en cada alegría que se festeje se debe hacer algo en conmemoración de la destrucción, como dice el versículo: “Si me olvido de ti, Jerusalem, que olvide mi diestra (su habilidad)… si no pusiere a Jerusalem por encima de mi mayor alegría” (Salmos 137:5; véase el Tratado de Babá Batrá pág. 60b. Kaf Hajaím 560:2; Mishná Berurá inciso 10 y la introducción a ese capítulo).
La persona que ve el lugar del Bet Hamikdash en manos de los Ismaelitas debe decir: “Casa de nuestra santidad y de nuestra gloria, en la que te alabaron nuestros ancestros, fue incinerada en el fuego y todos nuestros deseos se convirtieron en destrucción”; luego debe razgarse la ropa como una persona enlutada, y debe recitar la siguiente bendición sin el nombre de Hashem “Baruj dayan haemet ki kol mishpatav tzedek beemet, etc.”. Luego se doblega y recita el salmo 79 “mizmor leasaf” hasta el final.
Cuando alguien ve la puerta de la misericordia (shaar rajamim) debe decir “se hundieron en la tierra sus portones”. Cuando ve la mezquita de oro se doblega y no hace falta que vea el suelo del patio del Bet Hamikdash. Si sólo ve el kotel (muro occidental) y no ve el lugar del Bet Hamikdash, no tiene que rasgarse la ropa.
Si pasaron 30 días desde la última vez días que vio el lugar de las mezquitas construidas en el terreno del Bet Hamikdash, debe volver a rasgarse la ropa.
Alguien que vive en Jerusalem no tiene obligación de rasgarse la ropa cuando ve estos lugares (Shulján Aruj 561:2; Mishná Berurá 17; Kaf Hajaim 27).
La persona que va en Shabat a estos lugares, no debe rasgarse la ropa. Si va otra vez dentro de treinta días, no tiene que rasgarse la ropa. La costumbre es que quien va el viernes después del mediodía, en Rosh Jodesh o en Jol hamoed, no se rasga la ropa, y en esos casos se puede ser permisivos (costumbres de Jerusalem; véase Shulján Aruj 561:2 y 5).
En principio, si a las personas que ven estos lugares les es difícil rasgar sus ropas, pueden intercambiarse las ropas entre ellos, es decir, que uno se rasgue la camisa, se la dé a su compañero, que él la vista y le agregue otra rasgadura. No es correcto hacer esto, ya que la persona debe sufrir por la destrucción de Jerusalem y enlutarse por ella, pues la casa de nuestro Dios es suficientemente importante como para perder una camisa por ella. La costumbre es rasgarse una sola prenda, es decir, la camisa (los que se rasgan el abrigo cuando están de luto por el fallecimiento de u cercano, en este caso sólo se rasgan la camisa). Todo el que se enluta por Jerusalem, al final tendrá el mérito de ver su alegría.
La persona que ve las montañas de Judea debe decir: “tus ciudades santas se convirtieron en un desierto” y luego debe rasgarse la camisa. No está obligado a rasgarse hasta que esté cerca de ellas, como del monte de los escopos (har hatzofim) hacia Jerusalem u otro lugar de donde se alcanza a ver Jerusalem. El que ve las montañas de Judea con unos binoculares, debe rasgarse la ropa.
Una ciudad en las montañas de Judea que está habitada por ismaelitas, y los soldados judíos no pueden entrar en ella, se considera una ruina y el que la ve debe rasgarse la ropa y por lo tanto la persona que pasa por allí debe rasgarse la ropa como fue mencionado antes (Mishná Berurá inciso 2; Kaf Hajaim inciso 4).