Pregunta:
Estoy planeando un viaje para diciembre pero las fechas coinciden con janucá y no sé cuándo sea mejor viajar. En caso de que no esté en mi casa la primera noche ¿mi esposa me saca de la obligación? Y si llego para la segunda noche ¿debo bendecir shejeyanu si no encendí la primera noche? Y si sólo puedo encender el último día de Janucá porque en el hotel no me lo permiten? ¿Y que debe bendecir mi esposa en todo caso?
Respuesta:
De la segunda noche en adelante se deben decir solamente dos bendiciones: “lehadlik” y “sheasá nisim”. Si una persona no bendijo shehejeyanu la primera noche, debe hacerlo en la segunda noche o en cualquier otra noche que se acuerde (677:1). Si alguien se acuerda de que no dijo “shehejeyanu” y está dentro de la media hora de haber encendido las velas, puede bendecir cuando se acuerde.
En caso de que sea la esposa la que enciende las velas en la primera noche de Janucá, si tuvo la intención de que su esposo cumpliera también con su obligación por medio de ese encendido, y si bendijo “shehejeyanu”, cuando él encienda las velas en la segunda noche no puede bendecir “shehejeyanu”, a pesar de que él mismo no haya dicho esta bendición por las velas ese año (véase Mishná Berurá 677:7).
Una persona que en la primera noche de Janucá se encuentra en un lugar donde está completamente exento de encender las velas, por ejemplo, en un avión, puede bendecir “shehejeyanu” en la segunda noche, a pesar de que su esposa las haya encendido y haya dicho las bendiciones correspondientes en la primera noche (Ajaronim).
El precepto de las velas de Janucá es para el “hombre y su casa”, es decir, el hombre y su esposa. Por lo tanto, la mujer no enciende una vela por sí misma, sino que cumple con su obligación a través del encendido que hace su esposo. Por lo tanto, es bueno que la esposa y los hijos se ubiquen junto al esposo en el momento de las bendiciones y del encendido de todas las velas (Ben Ish Jai, Vayeshev 1).
Alguien que hasta la octava noche no bendijo por las velas y tampoco tiene velas para encender o mirar para bendecir “shehejeyanu” por ellas, debe bendecir “sheasá nisim” y “shehejeyanu” sin decir el nombre y el reinado de Hashem, pero debe hacerlo con el pensamiento (véase Meiri, Shaar hatziun 677:3; Kaf Hajaím inciso 14; Biur Halajá 692 con respecto a Purim).
La primera noche se debe encender una vela, y antes de hacerlo se deben recitar tres bendiciones: “Baruj Atá Hashem, Elokenu, Mélej haolam, asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner Janucá” (Bendito eres Tú, Hashem, nuestro Dios, Rey del mundo, que nos ha santificado con sus preceptos y nos ha ordenado encender la vela de Janucá); “Baruj Atá Hashem, Elokenu, Mélej haolam, sheasá nisim laavotenu, baiamim hahem bazman hazé” (Bendito eres Tú, Hashem, nuestro Dios, Rey del mundo, que le hizo milagros a nuestros ancestros, en aquellos días, en esta fecha); y “Baruj Atá Hashem, Elokenu, Mélej haolam, shehejeianu vekiemanu vehiguianu lazman hazé (Bendito eres Tú, Hashem, nuestro Dios, Rey del mundo, que nos ha dado la vida, nos ha mantenido vivos, y nos ha hecho llegar a este momento). Las velas se deben encender después de recitar estas bendiciones.
Al bendecir “lehadlik ner Januká”, además del significado literal de la bendición, hay que tener la intención de encender la emoción en el corazón por la grandeza del milagro y de la salvación de Hashem (véase Rambam, halajot de Janucá 4:12).
Al bendecir “sheasá nisim”, además de referirse al milagro del cántaro de aceite, que es la parte principal del milagro, también hay que tener en mente el milagro de haber salido victoriosos en esa guerra (Praj, Meiri en el tratado de Shabat, y asimismo dijo Admur de Jabad zt”l). |