Pregunta: ¿Qué kavanot tiene uno que tener en el encendido de las velas de januká?
Establecieron los Sabios de aquella generación que estos ocho días, que comienzan a partir del 25 de Kislev, son días de alegría y de alabanza, en los que se encienden velas en las puertas de las casas en cada una de las ocho noches, para mostrar y revelar el milagro. Estos son los días llamados Janucá, y está prohibido hacer elogios fúnebres en ellos, o ayunar, tal como está prohibido hacerlo en Purim. El encendido de las velas es un precepto de origen rabínico, al igual que la lectura de la meguilá que se hace en Purim (Rambam, halajot de Janucá 3:3). Lo principal del encendido es la publicación del milagro, dado que el fuego es algo que se alcanza a ver a distancia.
Antes de encender las velas se debe decir el “leshem yijud” que aparece en los libros de rezos, y no basta con recitar “hanerot halalu” para quedar eximido de recitar el “leshem yijud”, ya que “hanerot halalu” se recita después de encender las velas. No sólo según la Cabalá hace falta decir el “leshem yijud” antes de cumplir un precepto, sino que incluso según el sentido literal de la Torá hace falta hacerlo, dado que para cumplir los preceptos es necesario tener la intención de llevarlo a cabo, y al declararlo verbalmente antes de realizarlo, se está teniendo la intención de cumplir dicho precepto por medio de esa declaración (véase el Jidá en “Simjat Hareguel” sobre Shavuot, y véase en el Shulján Aruj cap.60 que es necesario cumplir las mitzvot con intención).
La primera noche se debe encender una vela, y antes de hacerlo se deben recitar tres bendiciones: “Baruj Atá Hashem, Elokenu, Mélej haolam, asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner Janucá” (Bendito eres Tú, Hashem, nuestro Dios, Rey del mundo, que nos ha santificado con sus preceptos y nos ha ordenado encender la vela de Janucá); “Baruj Atá Hashem, Elokenu, Mélej haolam, sheasá nisim laavotenu, baiamim hahem bazman hazé” (Bendito eres Tú, Hashem, nuestro Dios, Rey del mundo, que le hizo milagros a nuestros ancestros, en aquellos días, en esta fecha); y “Baruj Atá Hashem, Elokenu, Mélej haolam, shehejeianu vekiemanu vehiguianu lazman hazé (Bendito eres Tú, Hashem, nuestro Dios, Rey del mundo, que nos ha dado la vida, nos ha mantenido vivos, y nos ha hecho llegar a este momento). Las velas se deben encender después de recitar estas bendiciones.
Al bendecir “lehadlik ner Januká”, además del significado literal de la bendición, hay que tener la intención de encender la emoción en el corazón por la grandeza del milagro y de la salvación de Hashem (véase Rambam, halajot de Janucá 4:12).
Al bendecir “sheasá nisim”, además de referirse al milagro del cántaro de aceite, que es la parte principal del milagro, también hay que tener en mente el milagro de haber salido victoriosos en esa guerra (Praj, Meiri en el tratado de Shabat, y asimismo dijo Admur de Jabad zt”l).
El Ben Ish Jai escribió una linda señal que se encuentra en el versículo “Hazte una serpiente venenosa (en hebreo serpiente venenosa se dice saraf, que también significa quemar, e insinúa la bendición de “lehadlik”), y ponla sobre un asta (asta en hebreo se dice nes, que insinúa la bendición de “sheasá nisim”), y ocurrirá que todo el que fue mordido la mirará y vivirá (insinúa la bendición de shehejeyanu).
De la segunda noche en adelante se deben decir solamente dos bendiciones: “lehadlik” y “sheasá nisim”. Si una persona no bendijo shehejeyanu la primera noche, debe hacerlo en la segunda noche o en cualquier otra noche que se acuerde (677:1). Si alguien se acuerda de que no dijo “shehejeyanu” y está dentro de la media hora de haber encendido las velas, puede bendecir cuando se acuerde.
En caso de que sea la esposa la que enciende las velas en la primera noche de Janucá, si tuvo la intención de que su esposo cumpliera también con su obligación por medio de ese encendido, y si bendijo “shehejeyanu”, cuando él encienda las velas en la segunda noche no puede bendecir “shehejeyanu”, a pesar de que él mismo no haya dicho esta bendición por las velas ese año (véase Mishná Berurá 677:7).
Una persona que en la primera noche de Janucá se encuentra en un lugar donde está completamente exento de encender las velas, por ejemplo, en un avión, puede bendecir “shehejeyanu” en la segunda noche, a pesar de que su esposa las haya encendido y haya dicho las bendiciones correspondientes en la primera noche (Ajaronim).
El precepto de las velas de Janucá es para el “hombre y su casa”, es decir, el hombre y su esposa. Por lo tanto, la mujer no enciende una vela por sí misma, sino que cumple con su obligación a través del encendido que hace su esposo. Por lo tanto, es bueno que la esposa y los hijos se ubiquen junto al esposo en el momento de las bendiciones y del encendido de todas las velas (Ben Ish Jai, Vayeshev 1).
Alguien que hasta la octava noche no bendijo por las velas y tampoco tiene velas para encender o mirar para bendecir “shehejeyanu” por ellas, debe bendecir “sheasá nisim” y “shehejeyanu” sin decir el nombre y el reinado de Hashem, pero debe hacerlo con el pensamiento (véase Meiri, Shaar hatziun 677:3; Kaf Hajaím inciso 14; Biur Halajá 692 con respecto a Purim).