Pregunta:
¿Qué significado tiene el ayuno del 10 de Tevet? ¿Es obligatorio o es una costumbre?
Respuesta:
Escribe el Rambam (Leyes de los ayunos, 5:1): “Hay días del año en los que todos los judíos ayunan por causa de las calamidades que ocurrieron en esas fechas, para despertar de esa manera sus corazones y abrir los caminos hacia el arrepentimiento. Esto sirve como un recuerdo de nuestras malas acciones y de las malas acciones de nuestros ancestros que aún no hemos enmendado, las cuales les provocaron tanto a ellos como a nosotros dichas calamidades. Por medio de recordar estos asuntos, enmendaremos nuestros caminos, como dice el versículo: “Y confesaron sus pecados y el pecado de sus ancestros” (Vaikrá 26:40).
El 10 de Tevet es el día en que el rey de Babilonia, Nabujadnétzar, sitió Jerusalem y la encerró bajo asedio, lo que condujo a la destrucción del primer Bet Hamikdash y al exilio del Pueblo de Israel (véase Shulján Aruj 549:2; Tashbetz, tomo 2, inciso 271; Rambam, en las leyes de los ayunos, 5:2; Minjat Jinuj, mitzvá 301).
Hay quienes dicen que estos ayunos constituyen una mitzvá positiva establecida por decreto de los profetas; no obstante, otros opinan que hoy en día tan sólo se consideran de origen rabínico (véase Mishná Berurá 549:1; Shulján Aruj 554:6; Tur, ibíd.; Shut Tashbetz, tomo 2, inciso 271).
En los días de ayuno las personas están obligadas a reflexionar sobre sus acciones, pues lo principal no es el ayuno, sino mejorar las conductas. Cuando alguien mejora sus acciones, rompe los malos decretos que tiene en su contra. Tal como ocurrió con los habitantes de la ciudad de Ninivé, cuando Yoná, el profeta, fue a avisarles: “En cuarenta días la ciudad de Ninivé será destruida”. Las personas de Ninivé ayunaron y mejoraron sus malas acciones, lo que causó que se anulara el mal decreto. Nuestros Sabios, de bendita memoria, nos enseñaron que el mal decreto se anuló gracias a la mejora que hicieron los habitantes de Ninivé respecto a sus malas acciones, y no por el ayuno, pues está escrito: “Y Hashem vio sus acciones y observó que se arrepintieron de su mal camino”, y no está escrito: “Hashem observó su vestimenta de sacos de arpillera y sus ayunos”; de esta forma se nos enseña que el cambio en sus acciones fue lo que provocó que se anulara su mal decreto, y el ayuno sólo fue una preparación para el arrepentimiento (T.B., Taanit 16a). Por lo tanto, aquellas personas que pasan el día de ayuno paseando o se ocupan de asuntos banales, están tomando lo secundario y dejando de lado lo principal (véase Kaf Hajaím 549:2; Mishná Berurá, ibíd., inciso 1).
Cuando una persona se arrepiente de sus pecados personales, a veces debe ayunar para enmendar sus malas cualidades y vencer sus deseos físicos, pero en otras oportunidades puede corregirlos por medio del estudio de Torá o por otros caminos. Sin embargo, con respecto a los cinco ayunos mencionados antes, que fueron establecidos por causa de las calamidades que le ocurrieron a todo el pueblo de Israel, un individuo tiene prohibido apartarse de la congregación y decir “me arrepentiré de mis malas acciones y mejoraré mis andares, pero no ayunaré junto con la congregación”. La persona que se aparte del camino de la congregación y no se aflija con el sufrimiento de los demás, y no ayune junto con ellos, aunque tenga muchas mitzvot y buenas acciones a su favor, no obtendrá su porción en el Mundo Venidero (T.B., Taanit 11a).
Mientras más grande sea el sufrimiento que experimenta una persona por causa de la destrucción de Jerusalem, así de grande será el mérito de alegrarse con su reconstrucción, tal como dice el versículo: “Alégranos como los días de nuestra aflicción, los años en los que vimos el mal” (Salmos 90:15). Tal como dijo el profeta: “Alégrense con ella, con la alegría de todos los que se enlutaron por ella” (Yeshayahu 66:10). |